EL MINISTRO Y LOS MEDIOS SE HACEN LOS LESOS

 

"La hipocresía es el homenaje que el vicio rinde a la virtud"
La Rochefoucauld 


Tras la ofensiva desatada durante la semana pasada en defensa del lucro en la educación, las autoridades de gobierno y la mayor parte de la "clase política", junto con los equipos periodísticos que les sirven como caja de resonancia en los medios de comunicación, han optado por cambiar el énfasis de sus intervenciones. Del cínico descaro de su defensa del lucro el acento se desplaza ahora a la mera hipocresía de hacerse los lesos.

En efecto, las últimas declaraciones intentan deslegitimar la movilización estudiantil calificándola de "ideologizada" debido a que han comenzado a oírse voces clamando por una reforma tributaria, la renacionalización del cobre y una Asamblea Constituyente, temas que, según señalan a coro, serían completamente ajenos al debate sobre los problemas de la educación. Ello estaría poniendo en evidencia las ocultas "motivaciones políticas" de la protesta.

Además el ministro Lavín, firmemente atrincherado en una cerrada defensa del actual sistema educativo del que se ha beneficiado impunemente, y contando para ello con la cobertura que le brinda la obsecuencia cómplice de la mayor parte de la prensa, insiste en presentarse a sí mismo como un decidido partidario del diálogo para destrabar el conflicto y en cargar sobre los dirigentes estudiantiles, e incluso los rectores, la acusación de intransigencia.

Todos ellos fingen no entender de qué se trata, qué relación puede haber entre las demandas referidas a la educación y los temas de carácter más directamente políticos. Incluso fingen no saber que el reclamo de los estudiantes ya no es, simplemente, por pesos más o pesos menos en el marco del actual sistema educativo, sino que se orienta a exigir que el Estado asuma su responsabilidad de proveer una educación gratuita de amplia cobertura y altos estándares de calidad.

Es para avanzar en esa dirección que los estudiantes han elaborado un petitorio que se hace claramente cargo de los principales problemas que actualmente aquejan al sistema de educación superior, proponiendo soluciones que están realmente a la altura de los mismos. Como bien saben las autoridades, los ejes de ese petitorio son tres: el del financiamiento del sistema de educación superior pública, el de la democratización de ese sistema y el del acceso al mismo. 

Y es en ese marco, ante las infundadas afirmaciones con que se intenta descalificar esas demandas, sosteniendo que los recursos disponibles no las tornarían viables, es que los estudiantes han replicado llamando la atención sobre la real existencia de tales recursos y los mecanismos que permitirían que el Estado los recaude. En efecto, el verdadero trasfondo del problema no es la falta de recursos sino la tremenda desigualdad social que prevalece actualmente en Chile.

Si el gobierno insiste en hacer oídos sordos a las demandas de los estudiantes a pesar de la gran acogida que ellas encuentran en la mayoría de la población y si, llegado el momento de discutir los problemas de fondo que se hallan a la base de la actual crisis de la educación superior, intenta desacreditar hipócritamente las soluciones propuestas, es porque se sabe acorralado y sin argumentos frente a las generalizadas muestras de descontento que hoy debe encarar.

Existe, sin embargo, una solución muy simple y directa, que permite poner a prueba la supuesta vocación democrática de las autoridades y de toda la llamada "clase política" frente a este conflicto: dejar que sea el pueblo chileno quien, mediante una consulta directa, lo dirima. Si, como sostiene el gobierno, sus posiciones son razonables y las de los estudiantes descabelladas, si las "mayorías silenciosas" lo respaldan frente a las minorías "ideologizadas" ¿por qué no remover los obstáculos legales que hoy existen y apelar directamente al pueblo para resuelva este conflicto?

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